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Víspera


Vivo de mis palabras. Ellas me definen y me dan piso. Con ellas juego y me aventuro a lugares recónditos y alucinantes, sin más reglas que las mías y siguiendo el consejo de William Wordsworth “llena tus papeles con los respiros de tu corazón”. Pero de vez en cuando, aparecen aquellas palabras que llegan para ubicarme, para recordarme cuál es mi centro y mi pausa. Hoy, esa palaba es “víspera”.

Pronunciándola con lentitud de suspiro, en ella encuentro la cadencia de una magia, la sonoridad de una promesa, la melodía de un acaso. El acento en la primera sílaba es un preámbulo, la nota fuerte que me obliga a sostener la respiración. Las dos últimas sílabas son una exhalación, la llegada del momento esperado.


Pero lo que más me agrada de la palabra es lo presente que la tengo en mi vida. Y es que recuerdo el aire electrizado ante la llegada del Niño Jesús, el nacimiento de mis hijos, o de algunos de mis viajes. Era una inquietud arcana de manos sudorosas y espíritu alborotado, una mezcla de alegría con miedecillo. Hoy, dueña de ese misterio, me encuentro en la víspera de otro hito: mi próxima década. Sesenta se dicen fácil, pero son mi kilometraje, lo que he atestiguado, lo que he gozado y lo que he vivido. En otro tiempo quizás habría sentido con miedo a la incertidumbre, como el que se le tiene a un mar fiero antes de zarpar. Esta víspera encierra una invitación y un desafío a la vez. Es una vigilia de ensoñación y espera, de purga y práctica.


Así que, aquí estoy, garabateando un manifiesto de intenciones para esta década que comienza. Delineo deseos y fabrico listas; desmantelo y vuelvo a componer, como dice Ángeles Mastretta, “con fe y soltura de quien ha dado con algo que le urgía”. Sí, estos son los momentos de decisiones trascendentales. No son necesariamente del tipo “tengo que hacer dieta”, aunque a estas edades debo asegurarme de que el templo que es mi cuerpo no se desmorone antes de tiempo.


Las vísperas son el presente del futuro, donde todo es posible. Con ellas vienen la aceptación, la templanza, algunos riesgos y muchas perspectivas. Así que hoy me propongo honrar todo lo que ha de venir.

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