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Pandemia y exilio



En estos tiempos convulsos, no hay nadie que no haya sido tocado por la pandemia o por el exilio. En mi caso, por ambos. Encierro y destierro a la vez. Meses que se han convertido en años lejos de la gente que quiero.


Pero ayer fue el cumpleaños de mi tía Ceci. Setenta y cinco años que se dicen fáciles, aunque no en Venezuela. Sin embargo, mi tía Ceci es de esas mujeres que tiene la capacidad de ver lo bueno en medio del caos y del dolor. Practica natación con su cadera biónica, siembra árboles en el complejo deportivo donde nada, hace tapices comunitarios mientras medita y se la pasa volcando su pasión por la buena cocina con lo que consigue en los escasos y carísimos mercados de Caracas.


Muchos en esta familia estamos lejos; hemos aprendido a vivir el miedo, con la incertidumbre, con el desarraigo, pero no dejamos pasar un momento para soltar todo aquello que nos agobia y celebrar en familia; un instante de pausa del mundo de heridas abiertas. Dios Bendito por los avances de internet, a después de algunos traspiés tecnológicos (je, je, je) anoche nos juntamos para cantarle el “Cumpleaños Feliz” a Ceci desde Venezuela, Canadá, Panamá, Estados Unidos y Argentina.


La pandemia y el exilio no nos puede encerrar. Hay mucho que celebrar.


Los quiero,


Erika


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